Por Nadia Soberanes   

El emprender va más allá de una simple “moda” o un “goal” a cumplir para nuestra generación juvenil, se busca impulsar a la sociedad a poner en marcha ideas de negocio que generen un impacto, que sea rentable y sostenible (ya sea en el ámbito empresarial, social, tecnológico u otro). Nos peguntamos, ¿realmente es así de sencillo? En definitiva, implica mucho esfuerzo, constancia, un equipo sólido, conocimiento de mercado al que nos vamos a dirigir y la validación de las ideas.

Pero, si ya sabemos esto, ¿por qué no emprendemos aún? Los factores pueden ser bastantes y totalmente personales, pero he detectado al menos 4 razones muy comunes en nuestro alrededor, e inclusive en mí, que nos detiene al momento de emprender:

1.Miedo

Miedo a lo desconocido, miedo a equivocarnos, miedo a que no les parezca una buena idea a otros, miedo a salir perdiendo, miedo a meternos en problemas legales, y así puedo seguir con más. Nos aterra tanto pensar en todo lo que nos puede salir mal que preferimos dar un paso atrás y posponer esa idea que cargamos para el día en que “estemos listos”. ¿Realmente le daremos seguimiento a nuestra idea? Sentir miedo es natural, pero si éste nos lleva a pasmarnos o a huir, repensémoslo y a trabajar en ello.

2.Poca credibilidad en mi propia idea

“Creo que es buen proyecto, pero no es innovador”, “en comparación con la competencia, no somos el gran proyecto”, “es un negocio pequeño, ¿para qué voy a hacer una investigación de mercado?”, “con que me compren mis conocidos”, etc., son algunos de los comentarios que he escuchado. ¡Hey! Enamórate de tu idea, si quieres hacer las cosas con pasión y enfocar tu esfuerzo para tener resultados, tienes que estar seguro(a) de estar trabajando en algo en lo que crees. Sí, para llegar a ello necesitas basar tu idea/proyecto en un modelo de negocio; no perdamos de vista que no sólo es empezar porque “se me ocurrió y cubre una necesidad”. En ocasiones esa necesidad puede ser sólo nuestra y resultaría poco rentable, así que vayamos a buscar en internet acerca de la competencia, en libros acerca del método, en revistas de tendencias, etc., y si no es lo tuyo y no sabes cómo empezar, asesórate e invierte en tu idea.

3.Inversión, ¿de dónde la saco?

“Pero ni yo me sé administrar”, “¿quién me podría prestar?” Esto nos pasa más cuando somos jóvenes y no contamos con un ingreso, tenemos desconocimiento de los créditos de bancos y sus intereses, de los programas o redes de apoyo a emprendimiento (tanto privados y gubernamentales), de socios o aliados clave, etc.

Seguramente tú eres experto(a) en tu idea/proyecto, pero no necesariamente lo eres o serás de todo lo demás, así que trata de integrar a tu equipo emprendedor a quienes sí lo sepan o asesórate con profesionales. Asegúrate de tener un buen modelo de negocios, así sabrás exactamente cuánto necesitas, para qué y tu capacidad de pago.

4.Tiempo o la falta de.

La falta de tiempo es otro tema para tratar, ser emprendedores(as) implica trabajar equis cantidad de horas por equis cantidad de días a la semana. Exacto, no hay una jornada establecida y cada uno decide cuánto tiempo invertirle. Esto llega a complicarse si tú o tu equipo tienen un trabajo fijo y desean emprender a la par. Sin dudas se trata de un valioso recurso que, si lo sabemos administrar bien, rendirá frutos. Seamos pacientes, que Roma no se construyó en un día.

¿Te identificaste con algún punto? Analiza bien tu situación actual y no pierdas la cabeza, hay muchos caminos hacia el emprendimiento y si no lo encuentras, seguramente lo crearás. Investiga y crea (o viceversa), asesórate, organízate y estructura, prueba e implementa, evalúa y dirígete siempre con ética y calidad.

                                     

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